Bailar

Un cortocircuito del prestado equilibrio

que te sostiene,

te aleja del abrigo de las costumbres.

Te cuesta imaginar algo así.

Nadie está preparado para esta forma de derrota

que coloca la sordina sobre las ganas de bailar

en un nuevo escenario

cuyo mecanismo de encendido-apagado

queda en manos del enemigo de la alegría.

Hará falta un ímpetu insobornable

en la piedra de cuerpo para ver el mar desde la ventana.

La protección de los sentidos desatados

llevarán más lejos que cualquier oración.

No habrá un último sorbo de despedida

ni se abolirán los trucos que añadan

una nueva luz de zarza al oscuro laberinto

de ese cuerpo donde ahora estás atrapado.

Inventar a Dios con los ojos en las estrellas,

impedir que la resina del sobresfuerzo

te apuñale la esperanza,

y abrazar la música con idea de desprenderte

de la ropa mojada que te atenaza

serán tus mejores aliados en esta batalla

que merece la pena combatir.